La espantosa sentencia se fue apagando
ya nada sentía al escucharla
seguí escribiendo
sin importar el ruido de la guillotina
de la rueda del inexorable destino
repasando las hojas de un manido libro
con jueces vestidos de negro o luminosos ángeles
prometiendo la quimera del paraíso
de pronto usted vino hacia mi
pronunciando mi nombre
despejando las melancólicas colgaduras con sus sílabas
como una magnifica nota musical hizo estremecer
cada fibra de mi ser
hasta desear ser zambullida por completo
en las sensaciones y sentimientos
de su alma divina.
Xiomara Beatriz